lunes, octubre 16, 2006

LAS SIETE HERRAMIENTAS DE AMOR*


Maestro Gerardo Schmedling


ACEPTAR:

Que el propósito del padre es perfecto y que todo lo que ocurre es neutro y necesario. RENUNCIAR a cambiar a los demás y en su lugar trabajar sobre sí mismo. RENUNCIAR a luchar y a tratar de modificar el orden perfecto de la vida y sus procesos, y a interferir con las experiencias de las demás personas.

ASUMIR: El resultado de mis decisiones y de mi experiencia de vida. ASUMIR que mis pensamientos, sentimientos y emociones soy yo mismo quien los genera y nó lo que sucede a mi alrededor, ni lo que hacen o dejan de hacer los demás. RENUNCIAR a culpar a nada ni a nadie por lo que me suceda o deje de sucederme. No existe el culpable.

ACTUAR: Con total eficacia y serenidad ante cualquier circunstancia que se presente, dando lo mejor de sí en las labores que nos corresponda realizar. RENUNCIAR a la agresión de pensamiento, palabra y obra. No agredir a nada ni a nadie. Tener firmeza y lealtad con los acuerdos y compromisos. El hacer es la clave del tener.

AGRADECER: Todo lo que tengo y todas las situaciones difíciles y dolorosas, porque ellas son oportunidades que nos da la vida para aprender y hacer nuestro desarrollo espiritual. RENUNCIAR a quejarse y a sufrir ante las dificultades, comprendiendo que tienen un profundo propósito de amor para poder reconocer la ley y liberarnos de las limitaciones, dependencias y del sufrimiento.

VALORAR: Y disfrutar intensamente todo lo que tengo y lo que hago. Reconocer que siempre tengo conmigo todo lo necesario, y valorándolo desarrollo la capacidad para disfrutar nuevas cosas y relaciones. RENUNCIAR a quejarme de lo que tengo. La queja nos hace pobres. La prosperidad es el resultado de la valoración. El que no valora lo que tiene está en camino de perder lo que necesita.

RESPETAR: A todas las personas en sus ideas, costumbres, creencias, comportamientos, y en su derecho a tomar sus propias decisiones. RENUNCIAR a criticar, descalificar, juzgar, condenar y castigar a toda persona por cualquier motivo, porque comprendo que cada quien hace lo mejor que sabe hacer, y no soy yo quien, para juzgarlo. Dar información de sabiduría a quien la pida.

ADAPTARSE: Al lugar donde nos corresponde cumplir nuestras funciones para lograr en él, una vida llena de satisfacciones. RENUNCIAR a huir del lugar y de las situaciones que nos corresponde vivir. Disfrutar y vivir “el aquí y el ahora”. Creer que la felicidad está en otra parte es una falsa ilusión.

*Tomadas de las enseñanzas del maestro Gerardo Schmedling. Abril 2004 

RELIGIÓN Y CIENCIA

Por siglos, la filosofía y la religión han vivido apartadas de la ciencia en lo que respecta a la concepción del cosmos. Hace más de dos mil años Aristóteles postuló una serie de supuestas verdades que fueron tomadas como tales por mucho tiempo. Pasaron mas de mil quinientos años antes de que la ciencia pudiera desvirtuar para siempre algunas de esas “verdades”. Por otro lado Copérnico y Galileo tuvieron que callar por largo tiempo o aún retractarse de sus opiniones respecto al universo por estar en abierta contradicción con los conceptos religiosos de su época o por miedo a la Santa Inquisición.

Sin embargo, en los últimos años pareciera que la interpretación de los maestros de la espiritualidad y del desarrollo interior estuviera convergiendo cada vez mas con la concepción moderna que la ciencia está adoptando acerca del universo. Por ejemplo: algunos físicos y astrónomos consideran que en el universo existen por lo menos cuatro tipos de civilizaciones, diferenciadas básicamente por el nivel de energía que utilizan y por supuesto, por su desarrollo científico y tecnológico. Las civilizaciones tipo 1 serían aquellas que manejan la energía de un planeta entero y han logrado un nivel de armonía y de sostenibilidad. Las civilizaciones tipo 2 usarían la energía de todo un sistema solar y podrían desplazarse con relativa facilidad entre los diferentes planetas de dicho sistema. Las civilizaciones tipo 3 tendrían acceso a la energía de toda una galaxia y habrían dominado ya la capacidad de viajar en el tiempo y en el espacio a distancias inconmensurables. Nuestra actual civilización terrestre podría llamarse tipo 0. Estiman los científicos que para que la tierra alcance el nivel 1 podrían faltar entre 500 y 1.000 años, si antes de eso no nos destruimos en una hecatombe nuclear o en una catástrofe ambiental. Para pasar de una civilización tipo 1 a tipo 2 podrían requerirse unos pocos miles de años y para pasar del tipo 2 al tipo 3 tal vez bastaría con unos pocos millones de años. Curiosamente, los maestros de la nueva era proclaman la existencia de las civilizaciones de nuestros hermanos superiores y de nuestros hermanos mayores que manejarían tecnologías similares a las indicadas arriba. También indican que a la tierra le faltan unos mil años para convertirse en una sociedad armónica y en paz.

Los maestros del desarrollo espiritual repiten constantemente que el universo es sólo información . Pues bien, de acuerdo con una tendencia iniciada por el físico John A. Wheeler de la Universidad de Princeton, el mundo físico sería básicamente información, siendo la energía y la materia meramente incidentales. Sobre la forma como se inició el universo y la posibilidad de que existan universos paralelos ya hay poca divergencia entre el pensamiento científico y el de los nuevos maestros. Por otro lado, el físico Evan Harris Walker, Ph.D de la Universidad de Maryland, en un reciente libro anuncia haber encontrado en la física cuántica una explicación para la conciencia.

Parece entonces, que al final de los tiempos, la nueva interpretación que se le está dando a las enseñanzas de Jesucristo y de otros maestros orientales va a coincidir bastante bien con el modelo científico de nuestro universo, que cada día se hace mas claro a medida que avanzan los formidables descubrimientos astronómicos. Tal vez, cuando la ciencia consiga la famosa “teoría de todo” o teoría unificada de la física, no sucederá lo que Stephen Hawking ha dicho respecto a que ya no necesitaríamos a Dios, sino que por el contrario, como lo afirman los maestros, nos encontraríamos con Dios mismo.